Eliana intenta entender lo que le arrebataron. La memoria se convierte en un refugio, en un acto urgente para sostenerse mientras lidia con la ausencia de Antonia, su mejor amiga. Desde una voz íntima y afilada, esta novela se adentra en los espacios rotos que deja una pérdida violenta.

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A través del recuerdo, Eliana reconstruye una amistad marcada por la complicidad, las tensiones, los silencios. En el proceso, emergen preguntas que no encuentran respuesta y señales que nadie quiso ver. La rabia se vuelve impulso narrativo; la memoria, una forma de resistencia.

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No contaban con las ondas no ofrece consuelos fáciles. Aquí se habla de lo que no se nombra, de las violencias que atraviesan los cuerpos de las mujeres, de la necesidad de contar nuestras propias versiones. Nombrar lo vivido es, a veces, la única forma posible de justicia.